dilluns, de setembre 03, 2007

«Jo vull sortir a la foto»

es manifestacions solen ser un acte on els polítics aprofiten per aparèixer, posar-se al darrera de la pancarta de torn i guanyar-se un grapat de vots. Personalment, no m’agrada que els polítics siguin els protagonistes de les manifestacions, iniciatives que haurien de servir per mostrar les inquietuds de les persones que normalment no apareixen als mitjans. Les manifestacions o actes similars han de ser esdeveniments de protesta, de pressió política per part d’una ciutadania descontenta.
L’últim episodi el vaig veure diumenge. A la manifestació en contra del dipòsit de gas de Vinaròs (a 1,5 km d’Alcanar), hi havia un bon grapat de polítics: Marta Cid (ERC), Daniel Pi i Jaume Forcadell (ICV) i Alberto Fernández Díaz (PP), entre d’altres. Fernández Díaz, que es veu que té una casa a Alcanar, va començar la manifestació a segona línea, al darrera dels que portaven la primera pancarta en contra de la plataforma marítima i la planta de tractament de gas de Vinaròs. Un cop la marxa lenta va fer uns metres, el líder del PP de Barcelona va marxar, va agafar la moto i va anar fins a la finca on s’ubicaria la planta terrestre. Al arribar, es va tornar a posar al darrera de les persones que atenien als mitjans i ell mateix els va atendre.

2 comentaris:

Diari del Votant Anònim ha dit...

No ho tinc tant clar: si els polítics es posen darrera la pancarta, es comprometen molt més que si no hi són. Per tant, jo els jutjaria més pel que fan després. De fet, sortir a la foto no deixa de ser la seva feina.

Rafael del Barco Carreras ha dit...

A propósito de Alberto Fernández Díaz

ELECCIONES 2008

Los Fernández Díaz

El PP en Barcelona



Rafael del Barco Carreras



En equipo con Josep Piqué Camps, hombre políticamente creado por Pujol, y colaborador (empleado) de Javier de la Rosa. Con esos antecedentes cualquier equipo político debiera desaparecer y dedicarse a anexas empresas, o en las de Lara de Planeta, otra estrella. En Madrid, Jorge Fernández Díaz, en Barcelona Alberto Fernández Díaz, y con Enrique Lacalle Coll, financiado por De la Rosa, quizá por conocer con exactitud por sus cargos en el Ayuntamiento y Consorcio de la Zona Franca el destino, forma y maneras, del Gran Desfalco. No en vano se sentaba en las mismas asambleas que los otros financiados, los socialistas de Serra y Maragall. Un amigo de De la Rosa que la ironía de la vida coloca en la Jefatura del Consorcio y que leyendo sus "negocios" en Internet me resucita los "30 años de la Gran Corrupción"... nada ha cambiado...

Me equivoqué al escribir sobre el mayor, Jorge. Yo le tenía por abogado. Él ni lo recordará, y menos a mí, de ordenanza (preso por el Caso Consorcio), cuando visitaba el locutorio de “jueces y abogados” por los 80 en La Modelo, por el caso Seguros Sociales, y resulta que es ingeniero, y era, inspector del Ministerio de Trabajo. ¿Qué hacía allí un Inspector de Trabajo presentado como abogado en un caso donde con absoluta seguridad habían inspectores de Trabajo involucrados?. Un caso que de darle la publicidad que merece entra de lleno en la Gran Corrupción, www.lagrancorrupcion.com. Cien importantes empresarios involucrados, cuarenta detenidos, todos en libertad con fianza a los máximo cuatro meses, y Juan Piqué Vidal, defensor de la mayoría, y de uno o dos, Pascual Estevill, unos detenidos y otros, curiosamente, no, y juzgados diez años después sin ingresos en prisión. Liquidaciones falsas, no ingresadas, con sellos y registro. Cobraban en efectivo el 10 % de la deuda, y liquidada. Nunca jamás se detuvo en Barcelona a tanto empresario, ni después con los cientos involucrados en algo parecido, las liquidaciones por IVA, también en manos de Piqué Vidal y Pascual Estevill (una de las operaciones de sus extorsiones). Lo viví, y lo cuenta Antoni Piñol, secretario de Juan Piqué Vidal (que entró en la Fiscalía a denunciar a su Jefe y salió como denunciado), en su escaso libro “La toga manchada de Piqué Vidal”, Ediciones de la Tempestad, 1998, con Vicens Cardellach Marsá y su gestoría, presidente casi vitalicio del Colegio de Graduados Sociales. ¡Otra víctima,