dissabte, de febrer 11, 2006

Capello, saludos y monos

El pasado martes 7 de febrero La reppublica publicaba una entrevista a Capello, entrenador de la Juventus (Italia). Capello declaró que le gusta España porque “combina el calor y la creatividad latina, pero con un orden riguroso que dejó Franco”. Además, añadió que “en España funciona todo y funciona bien. Hay educación, limpieza, respeto y poca burocracia”. El miércoles, el entrenador italiano rectificó y dijo que odia las dictaduras y que sus declaraciones fueron tergiversadas.
El jugador de la Lazio de Roma Di Canio cuando marca un gol lo celebra a la “romana”. Cuando mete un gol, va hacia el corner y saluda a la grada con el brazo derecho extendido, igual que hacían los romanos ante el César y que, posteriormente, volvieron a hacer en los regímenes fascistas.
En los estadios de España, se han podido escuchar gritos e insultos racistas hacia jugadores negros como Ronaldo, Etoo, Kameni, etc. Clemente declaró, en alusión a Etoo, que escupen los que bajan del árbol.
Vamos por partes. Los energúmenos que insultan a estos jugadores, posiblemente, sólo lo hacen porque son sus rivales. En Zaragoza, insultaron a Roberto Carlos y, en cambio, Ewerthon (jugador negro del Zaragoza) fue aclamado por sus dos goles. Esos son algunos, pero también los hay de los que creen en lo que están haciendo.
Esto se agrava cuando gente de primera línea mediática (Clemente, Capello, etc.) hace tal tipo de declaraciones. Es posible que sean malinterpretadas y/o tergiversadas. Este tipo de gente debería saber que lo que digan va a ser portada de los periódicos. Tales declaraciones son un mal ejemplo para los niños (¿que pensará un niño de 10 años que va a un campo de fútbol, ve como insultan a un jugador negro y luego un entrenador declara disparates?). Antes de hablar, deberían pensar que decir, si es que no es pedirles que hagan un esfuerzo demasiado grande para ellos. El caso de Di Canio es algo diferente. Lo suele hacer. Y lo que es peor, sabe lo que hace y cree en ello. Ha sido multado varias veces por su club y por la federación italiana.
Una persona de veinte años es capaz de pensar sola y saber distinguir entre lo “correcto” y los energúmenos. Pero un niño de diez años, confuso, no es capaz de hacerlo.